Probablemente los Reyes Magos no fueran Reyes. Parece que sí eran magos en el sentido del término griego magoi.
Magoi tiene como significado matemático, astrónomo y astrólogo (en la antigüedad no estaban separadas la astronomía y la astrología; incluso en el s. XVI Cardano fue excomulgado por hacer una carta astral a Jesucristo). No sabemos si la estrella de Belén era el cometa Halley (tal como lo pensó Giotto) o no.
En cualquier caso, ¡que os hayan traído muchos regalos! (no necesariamente físicos y materiales, sino también de los otros: ausencia de guerras, proyectos cumplidos, mundo más justo, alfabetización matemática para todos...)
Por si tenéis curiosidad, incluyo un artículo que aparece en la revista Astronomía Digital. Me parece un texto con mucha información.
Tras la pista de los Reyes Magos y la Estrella de Belén
Jesús Gerardo Rodríguez Flores | Sociedad Astronómica de la Laguna (México)
Los temas más fascinantes de nuestra cultura sin lugar a dudas son aquellos que involucran misterio, el mito, y la tradición. El presente tema puede resultar ciertamente polémico. Siempre que se mezcla la ciencia y la religión, la historia y la leyenda, tenemos un caldo de cultivo para las más diversas interpretaciones. El presente trabajo es una visión muy personal, de un suceso mítico o histórico, que ha atraído la atención de nuestra civilización occidental desde hace siglos: ¿qué era la estrella de Belén? ¿Eran los Reyes Magos consumados astrónomos?
El Sincretismo religioso del nacimiento de Cristo.
Sin duda alguna un acontecimiento importante en la historia de los Reyes Magos fue la aparición de la Estrella de Belén que los guiaría hasta el sitio donde nacería Jesucristo el Mesías. Por lo mismo su fecha de nacimiento es de vital importancia. Sin embargo no se conoce a ciencia cierta la fecha de su nacimiento. Tal vez para algunos que no estén adentrados en la Natividad de Cristo consideren esto inútil: "¿Para qué? Sabemos que nació la noche de entre el 24 y 25 de diciembre del primer año de nuestra era". Pues en realidad están equivocados y aquí pondremos en claro todos los detalles para posteriormente pasar a la posible fecha del nacimiento de Cristo.
El problema de la fecha ocasionó que en la antigüedad se llegaran a plantear 136 fechas diferentes, lo cual no ayudaba mucho para ponerse de acuerdo en las celebraciones religiosas.
Ciertamente los primeros cristianos no consideraban muy importante celebrar en determinada fecha la natividad pero predominantemente lo hacían el 6 de enero como lo continúan celebrando los ortodoxos griegos, etíopes y sirios, y que en menor medida conservan los católicos en su calendario litúrgico como la Epifanía o Manifestación del Mesías. Sin dar mayores detalles, San Clemente de Alejandría escribió que ciertos teólogos egipcios habían determinado que Jesús nació un 20 de abril o el 6 de enero. Lamentablemente no existe ningún registro de sus deducciones.
En realidad el 25 de diciembre fue oficialmente considerado como la fecha de Navidad por el Papa Julio I hacia el siglo IV por varias razones, entre las que destacaba el restar importancia a algunos ritos paganos que se celebraban en la misma fecha. Por ejemplo las festividades saturnales destinadas a Saturno-Cronos, un antiguo dios romano de la agricultura y la fertilidad; así como las fiestas en honor a Baco. También en la misma fecha los soldados romanos festejaban a Mitra, un dios védico cuyo culto se originó en la India y se extendió por Persia y alcanzó Roma. Mitra al igual que otros patronos de la agricultura experimentaba periódicamente una pasión, una muerte y una resurrección, al igual que las diversas deidades relacionadas con el Astro Rey.
Pero más que nada, la determinación del 25 de diciembre como la navidad tuvo razones simbólicas y sincréticas, debido a que ese día se celebraba el "Dies Natalis Invicti Solis" (día del nacimiento del Sol invicto), fecha de alegría establecida por el emperador Aureliano hacia el año 274. Hacia el 21 de diciembre tiene lugar el Solsticio de invierno, la palabra solsticio proviene del latín "stare", que significa detenerse. Ese día el Sol alcanza su punto más declinante hacia el sur y las noches son más largas (simbólicamente, las tinieblas vencen a la luz divina). Pero después de un corto periodo, el Sol remonta rumbo a la primavera con lo cual cada día las noches serán más cortas y la luz predomina. Esto simbolizaba para los antiguos un ciclo de pasión, muerte y resurrección en la cual la luz divina o la deidad solar vencía a las tinieblas del mal. Y no me negaran el divino simbolismo solar de se le ha atribuido a Cristo...
Fue así como se escogió el 25 de diciembre como la Navidad, pues era el nacimiento de un nuevo sol que con su luz se abriría paso entre las tinieblas.
Pero el problema del nacimiento de Cristo, no se remonta exclusivamente a un día del año. ¡Incluso el año se calculó mal! Hacia el año 526 de nuestra era, el uso de dos calendarios distintos en oriente y occidente produjeron una desigualdad de cómputo tan grande que fue necesario unificarlos. Para corregir las diferencias entre el calendario judío y el romano, el papa Juan I recurrió al monje Dionisio el Exiguo para que realizara los estudios de cronología necesarios para uniformizar el cómputo y evitar que la pascua se celebrara en dos fechas distintas, el mismo año. Dionisio, era un monje nacido hacia el año 460 en Escitia, antiguo país correspondiente actualmente a Dobrudja, región situada en la costa del mar Negro, entre Bulgaria y Rumania. Desde el 497 vivía en Roma al servicio del papado. Era famoso por su erudición, y anteriormente se había encargado de investigar la fecha de los concilios de Oriente, ademas de traducir del griego diversas obras teológicas. Para la nueva misión, consultó todas las obras escritas por los antiguos cronógrafos que se conservaban en las bibliotecas de Roma. En aquel entonces el cómputo de los años se regía por el llamado calendario diocleciano, impuesto por el emperador Diocleciano y que arrancaba, no desde la fundación de Roma, sino desde el inicio de su mandato (284-313). Dionisio el Exiguo consideraba poco conveniente que el mundo cristiano contara los años a partir de la era de un conocido "perseguidor impío de la iglesia" y prefirió en contra partida iniciar un cómputo a partir del nacimiento de Cristo.
Ocurre que cuando se uniformizaron los calendarios de oriente y occidente, Dionisio el Exiguo fijo la fecha del nacimiento de Cristo hacia el año 753 de la fundación de Roma. Pero no tomó en cuenta un pequeño detalle: ¡Herodes el Grande había muerto en el 750, cuatro años antes! Es obvio que el venerable monje cometió un soberano resbalón. Con ello, Cristo debió nacer hacia el 748 o 749 de la fundación de Roma, uno o dos años antes. Tal parece que Dionisio no se dio cuenta de su equivocación. Su obra "Sobre la Pascua" que popularizo su calendario fue aceptado en todo el mundo cristiano. Dionisio el Exiguo murió entre el 537 y el 555. Posterior a su muerte, la Iglesia de Inglaterra, a través del Sínodo de Whitby (644) también aceptó el cómputo. El calendario de Dionisio fue ampliamente popularizado en Inglaterra por Beda el Venerable (673-735), un monje benedictino de asombrosa erudición, el cual utilizo el cómputo en su monumental obra "Historia eclesiástica de los ingleses" que alcanzó un notable éxito. Aunque Beda tenía ciertas dudas sobre la exactitud del calendario de Dionisio, tal parece que nunca se dio tiempo de verificarlo. La Iglesia francesa asumió el sistema de cómputo en el 742 por medio del "Concilium Germanicum" y posteriormente las Iglesias de Hispania e Italia. Irónicamente fue Roma la ultima en adoptarlo, puesto que continuaban con el cómputo introducido por Constantino en el año 312. Seria en el siglo IX cuando Roma se adaptaría al "cómputo cristiano" con todo y su "error".
Y el error en el cómputo prevalece hasta la actualidad...
Por el error en la muerte de Herodes, la era cristiana parecía desfasada cuatro años del verdadero nacimiento de Jesucristo. Por si fuera poco, recordaremos por las escrituras, que Herodes ordenó matar a todos los niños menores de dos años, lo cual nos indica que Jesús ya estaba algo crecido. Hasta aquí es de suponerse que el año del nacimiento de Cristo se remonta al año 6 antes de nuestra era. Si a esto le agregamos que el edicto de empadronamiento que ordenó el emperador Augusto, al que tuvo que acatar José y dirigirse a Belén, fue promulgado en el año 8 "antes de Cristo", nos da un rango de fechas en los cuales podemos tener la seguridad de no errar.
Hasta este momento todo lo que estamos obteniendo a partir de una investigación histórica, pero a partir de aquí utilizaremos una curiosa relación que de otra forma jamás obtendríamos la fecha del nacimiento de Cristo. Emplearemos astronomía, astrología, religión y tradición. Recordemos que en aquel tiempo la astronomía y la astrología aún estaban unidas, y que ciencia y religión no estaban tan desvinculadas en la mente del hombre como creemos que están ahora. Entremos pues libres de complejos a determinar cuando apareció la "Estrella de Belén".
Tras la pista de la Estrella de Belén.
El problema inicia al considerar lo siguiente: ¿Qué fue la estrella de Belén? En este punto hay infinidad de hipótesis para todos los gustos, desde las más ortodoxas a las más descabelladas. Por ejemplo podríamos hablar de una estrella espontánea y de origen divino, o de un objeto volador no identificado (definición científica que poco o nada tiene que ver con los "platillos voladores"), pero hay otras hipótesis que consideramos como más viables. Dentro de la astronomía se postula que la estrella de Belén pudo ser un cometa muy luminoso que surcó los cielos de la época o una estrella que explotó como una colosal supernova. Sin embargo estas hipótesis se debilitan ante los hechos conocidos. Primero, no existe registro de ningún cometa luminoso en aquella época, además de que los antiguos (y uno que otro ignorante moderno) consideraban a los cometas como signos de catástrofes. Es segundo término, no existe ningún registro de una explosión de supernova para esa época, la cual habría sido registrada por las diversas civilizaciones del planeta, como ha ocurrido con portentos semejantes en otras fechas.
Descartadas ambas hipótesis, consideremos ahora una valiosa ayuda lingüística. Los textos evangélicos al referirse a la estrella de Belén utilizan la palabra latina "stella" que significa indistintamente estrella, grupo de estrellas, constelación o conjunción. Por lo tanto bien pudo ser más bien una conjunción de estrellas o planetas. Basándonos en esta hipótesis todo es cuestión de utilizar una computadora con el programa adecuado para localizar una conjunción importante que haya sido presente entre los años 8 y 6 antes de nuestra era.
En este punto, puse a trabajar uno de tantos programas de simulación astronómica que existen en el mercado. En particular el ya viejito "EZCosmos". Ante mi asombro una de tantas simulaciones dio como resultado una curiosa conjunción que tuvo lugar en el Cercano y Medio Oriente. El Sol, la Luna y cuatro planetas, los mas brillantes del firmamento, se reunieron prácticamente en la constelación de Piscis. Allí encontramos al Sol y la Luna siendo escoltados por los planetas Júpiter, Saturno y Venus. Todos ellos en la constelación de Piscis. Mientras que en la vecindad se encuentra Mercurio en la frontera entre Piscis y Acuario. ¡Esta es la "Stella de Belén"! ¡En otras palabras "La conjunción de Belén"!
La fecha: 1 de marzo del año 7 antes de nuestra era.
¿Pero existen bases suficientes para sostener que Jesucristo nació aproximadamente hacia esa fecha? Probablemente. Simplemente consideremos los siguientes factores. Parece extraño que si apareció un portento celeste como la "Estrella de Belén" solamente el evangelista San Mateo lo reportara, y no existen más escritos al respecto en la región. Esto se explicaría con nuestra conjunción fácilmente, pues al participar el Sol de esta conjunción, es obvio que ni Piscis, ni la luna y los planetas serían visibles durante el día y por lo tanto solo los sabios versados en astronomía y astrología tendrían conocimiento de tan inusual acontecimiento. Precisamente es aquí donde entran en relación los Reyes Magos (que probablemente provenían de Persia) y que eran capaces de calcular cuando ocurriría una conjunción de este tipo. Además, como en Persia predominaba la religión de Zoroastro, los Magos de oriente seguramente relacionaron la conjunción con una profecía de Zoroastro sobre la venida del Mesías, que junto con los textos de los profetas hebreos - principalmente Miqueas - señalaban que el mesías nacería en Belén de Judá.
Además agregaremos de dato que si había pastores con sus ovejas en los campos durante la fecha de su nacimiento, esto no podía ocurrir entre noviembre y los albores de marzo que es el periodo de parto de las ovejas, según el Talmud, y se mantienen en corrales cerrados. Justo a tiempo habrían salido los pastores para adorarlo.
Mucho tiempo después de haber desarrollado mis simulaciones, me entere que dicha conjunción había sido sugerida como "estrella de Belén" nada menos que por Johannes Kepler hacia el año 1606. La única diferencia es que Kepler pudo tardar años haciendo cálculos para encontrar dicho "portento celeste" mientras que yo solo necesite unos pocos minutos con una computadora. Cabe agregar que determinadas conjunciones simples de planetas tienen lugar cada veinte años, mientras las triples son cada doscientos cincuenta y ocho años. La ultima se observó en 1940-41 bajo el signo de Aries y no se repetirá hasta el año 2198.
También existen algunas leyendas en torno a la estrella de Belén. Según las crónicas bizantinas, se desplazó con parsimonia, siempre al costado derecho de los Reyes durante todo el viaje, muy baja, de modo que iba casi rozando las palmeras. La tradición persa dice, según P. Marckel, que la estrella era roja. El lapidario bizantino Teodoros Angelis, de acrisolada estirpe imperial, afirmó que al concluir su providencial cometido estalló espléndidamente como una flor de luz y los trozos se esparcieron y son hoy todos los rubíes que existen en la Tierra.
Y para concluir el último dato: la "Conjunción de Belén" tuvo lugar sobre la constelación del Piscis, en un periodo en el cual los astrónomos-astrólogos de la antigüedad consideraban se iniciaba la era de Piscis, y de allí su influencia en la religión que predominaría para esta era. Piscis simboliza el pez, un símbolo que caracteriza a la religión cristiana. ¡ Y Jesucristo es el pescador de hombres...!
Los Reyes Magos adoptados por la cristiandad.
Todo un enigma envuelve a los "sabios de oriente", lo que en la actualidad conocemos se debe más que nada a la leyenda o tradición mas que a los hechos reales. Las únicas referencias que se tienen sobre ellos provienen del Evangelio de San Mateo y de algunos Apócrifos, y en ninguno de ellos los califican de reyes. A decir verdad, en los textos originales la palabra "sabios" es derivada del griego "magoi" y el latín "magi". Dichas palabras parecen provenir a su vez de la palabra "magu", nombre dado a los sacerdotes persas en la religión zoroástrica. Durante muchos años se considero a los sacerdotes como depositarios de todo conocimiento importante. No solo las técnicas para propiciar a los dioses, sino el estudio de los cuerpos celestes y sus supuestas relaciones con los asuntos humanos, lo cual era muy tradicional en Babilonia. En otras palabras eran astrólogos-astrónomos. Los judíos, que siglos atrás habían sufrido el destierro en Babilonia, conocieron la categoría de "magos" de dichos sacerdotes, lo cual podría dar lugar a que San Mateo los denominara de dicha forma. Otras versiones en cambio los identifican como sacerdotes de Mitra, un dios solar con ciertas pautas de semejanza a Cristo. Lo cierto es nunca se les denomina en los textos como "reyes". En los primeros siglos del cristianismo la palabra "mago" se convirtió en "no grata" para los cristianos pues recordaba la confrontación de Simón el Mago con los jefes de la Iglesia. Simón el Mago había sido acusado de hechicería e incluso de dar origen al gnosticismo cristiano y a la herejía de los "simonianos" que duro dos siglos. Por lo mismo los "Magos de Oriente" fueron transformados por la tradición en "Reyes de Oriente" y al cabo de un tiempo en "Reyes Magos".
En un principio el número de los Magos fue indeterminado. En las pinturas de las catacumbas romanas fueron a veces dos, y otras cuatro. La Iglesia de Siria creyó que eran doce que prefiguraban los doce futuros apóstoles. Algunas tradiciones de la Iglesia Copta elevan el número hasta sesenta y citan los nombres de más de una docena de ellos. Finalmente en el siglo IV su número es fijado en tres por Origenes, un conocido escritor eclesiástico.
La leyenda dorada de los Reyes Magos nació en el siglo IV de nuestra era. Se encuentra en el "Opus imperfectum in Mattheum" redactado en latín por un escriba iraní cristiano. Sin embargo los investigadores mas versados en esta obra han dejado en manifiesto que este libro fue inspirado en el llamado "Libro de Set", redactado en el siglo III de nuestra era, en la región de Edessa. En la leyenda los reyes tienen cada uno un reino, y esperan una estrella en el cielo cuyo significado conocen perfectamente, eran religiosos y justos con sus pueblos. En el siglo II empieza la iconografía de los reyes magos. De vuelta a sus países, los Reyes vivieron piadosamente en la religión de Jesús en la cual supuestamente son instruidos por el apóstol Santo Tomás, abjuraron de sus prácticas paganas, hasta que, en el año 70, ya muy avanzados en años, sufrieron el martirio.
En el siglo V el Papa San León, habla de ellos como si hubieran existido realmente y fija su número en tres. En el siglo VI la iconografía les da a los magos una premeditada diferenciación en la edad: dos de ellos son representados con barba y el tercero si ella. En el siglo IX, hacia 845, en el "Liber Pontificalis" de Rávena aparecen nombrados como Bithisarea, Melichior y Gathaspa. El antes mencionado Beda El Venerable recoge los nombres y atributos de los Reyes Magos en uno de sus textos: "El primero de los Magos fue Melchor, un anciano de larga cabellera cana y luenga barba... fue él quien ofreció el oro, símbolo de la realeza divina. El segundo, llamado Gaspar, joven, imberbe de tez blanca y rosada, honró a Jesús ofreciéndole incienso, símbolo de la divinidad. El tercero, llamado Baltasar, de tez morena ("fuscus" en latín) testimonió ofreciéndole mirra, que significaba que el hijo del hombre debía morir...". A raíz de este texto, los artistas empezaron a representar a los magos de acuerdo a determinadas edades. De esta manera los magos venían a simbolizar las tres edades del humano: 60, 40 y 20 años, tal y como lo expresa el "Catalogus Sanchtorum" de Petrus de Natatibus, del siglo XV.
Otro cambio importante fue el cambio de origen de Baltasar. Aunque Beda El Venerable ya lo mencionaba como de tez morena, durante mucho tiempo nadie imagino la existencia de un Rey Mago negro. Según la tradición, ellos eran originarios de Persia, por lo cual no podía existir un negro entre ellos. Sin embargo, a partir del siglo XIV, por influencia de la vocación ecuménica de los predicadores empezaron a dar un carácter de universal a los reyes magos. Desde entonces simbolizan las tres razas humanas admitidas en la antigüedad y prefiguradas por los tres hijos de Noé: Sem, Jafet y Cam, tal y como el Antiguo Testamento las define. Y también obviamente arranca la tradición de representar a los Reyes Magos montados sobre animales correspondientes a sus geografías: un caballo, un dromedario y un elefante, respectivamente. Una anécdota curiosa fue la ocurrida en el siglo XVI tras el descubrimiento de América. Al representar los Reyes Magos a todas las razas del planeta, algún devoto cristiano tuvo la idea de que el Nuevo Mundo se viera representado en el cortejo real. De esta forma en el retablo portugués de la Catedral de Viseu, Baltasar en lugar de ser un rey negro es representado como un pintoresco jefe indio de Brasil, con su jabalina emplumada. Para infortunio del promotor de dicha ocurrencia, la idea no prosperó dentro de la arraigada tradición cristiana.
El destino de los Reyes Magos.
Con el tiempo aparecieron sus cuerpos en Milán. ¿Cómo llegaron allí? fue la pregunta que todo mundo se hacia. Para contestarla, en el siglo XII empezó a circular la siguiente tradición:
A principios del siglo cuarto, la anciana madre del primer emperador cristiano, Santa Elena, después de hallar milagrosamente en la colina del Gólgota la Vera Cruz, se preocupó por asegurar a la veneración de los fieles también los despojos mortales de los Reyes Magos, los cuales hasta entonces habían permanecido dispersos, y los hizo trasladar de Persia a la ciudad que ya llevaba el nombre de su hijo, Constantino el Grande. En Constantinopla los huesos fueron puestos en un gigantesco sarcófago de granito, y permanecieron allí hasta el reinado del emperador Manuel, en tiempos de la Segunda Cruzada, en el siglo XII.
Medio siglo después, el obispo de Milán, San Eustorgio, religioso noble de origen helénico, visitó Constantinopla para que el emperador le permitiera aceptar su reciente nombramiento. El emperador le regalo los cuerpos de los tres reyes, y traslado las veneradas reliquias hasta la lejana sede de su diócesis. Para ello adquirió dos robustos bueyes y un carro, hizo cargar sobre éste el sarcófago y emprendió la marcha. Relata la leyenda que la misma estrella que siglos antes había señalado a los Reyes el camino de Belén, resplandecía en la ruta de San Eustorgio, y lo guió a todo lo largo del difícil camino. Pero al pasar por las ásperas montañas de los Balcanes, sucedió que un lobo hambriento asaltó y desgarró a uno de los dos bueyes. Para continuar su viaje, San Eustorgio domeño a la fiera insolente y la unció al yugo de su víctima. A fuerza de látigo, el lobo salvaje se transformó en lobo de tiro. Así San Eustorgio llega a Milán en el carro tirado por un buey y un lobo manso, cargado con los restos de Melchor, Gaspar y Baltasar, siendo recibido con júbilo por los milaneses. Esta leyenda fue tan aceptada en la Edad Media, que desde fines del siglo XII, fue tenida por hecho histórico irrefutable.
Las reliquias, colocadas en la iglesia de San Eustorgio, fueron uno de los más legítimos orgullos de los milaneses. Pero en 1162 Milán es saqueada y destruida por el emperador alemán Federico Barbarroja. Su consejero Reinaldo de Dassel, obispo de Colonia, no olvidaba, en medio de la contienda, los intereses de su diócesis, y pidió al emperador permiso de llevar a la ciudad renana las ilustres reliquias. Según otros relatos que han llegado hasta nosotros, las reliquias se encontraban en tres sarcófagos donde había tres cuerpos incorruptos, estos sarcófagos estaban rodeados por un círculo dorado, como indicando que no debían ser separados. Cuando Reinaldo se presentó en el templo de San Eustorgio para apoderarse de ellas, los sacerdotes le dijeron que el sarcófago contenía los restos de Dionisio, Rústico y Eleuterio, y que no sabían nada respecto a los nombrados Melchor, Gaspar y Baltasar. Reinaldo, escéptico, mandó que se levantara la pesada losa. Le esperaba una sorpresa aún más grande: la tumba estaba vacía.
Manos piadosas de milaneses habían extraído los huesos durante el sitio de los bárbaros, y los habían sepultado bajo la torre del campanario de la iglesia de San Giorgio al Palazzo. No se sabe a ciencia cierta como fue a parar Reinaldo al escondrijo donde descansaban los restos, lo cierto es que los Santos Reyes fueron localizados y emprendieron un nuevo viaje hacia 1164. Cruzaron los Alpes y siguieron el curso del Rin hasta Colonia. En la mismísima Colonia, las leyendas sobre los santos reyes continuaron. Según la tradición, cada calavera de rey conserva su inseparable corona. E incluso una crónica relata que un abad cisterciense de Castilla, Pedro de Gumiel de Hizán, al ser llevado ante la tumba de los Reyes Magos pudo escuchar el tocar de una flauta y los impacientes relinchos de unos caballos (?).
Esta ciudad data del año 50 d.C. y fue mandada fundar por el emperador romano Claudio quien se dice la creó en honor de su mujer la emperatriz Agripina, madre de Nerón, de la cual otras fuentes refieren que allí había nacido. El emperador Claudio quería convertir esta colonia en sitio de descanso para los veteranos de su ejército, para que a las orillas del río Rin tuvieran un sitio ideal para pasar sus últimos años después de haberle servido. La ciudad recibió el nombre de Colonia Claudia Ara Agrippinensis. Todavía en tiempos de Federico Barbarroja la ciudad era reconocida como Colonia Agrippina.
La afluencia de peregrinos de todos los ámbitos del Imperio, que querían venerar a los santos peregrinos de Belén, fue inmensa. Los prelados se vieron precisados a proyectar un templo digno de nuevo culto. El 15 de agosto de 1248 el arzobispo Conrado de Hostaden puso la primera piedra de la catedral de San Pedro. Pocos años después, maese Nicolás de Verdun terminaba el arca, obra maestra de la orfebrería gótica, en que se conservan desde entonces las insignes reliquias. La actual configuración de la catedral presenta siete capillas, la tercera corresponde a la tumba del arzobispo Conrado de Hostaden y la cuarta a las reliquias de los tres Santos Reyes. En sus vitrales destacan la representación de la historia de los Reyes Magos, así como la historia del emperador Constantino y su madre Santa Elena.
Los milaneses nunca se resignaron a la pérdida de los sagrados huesos reales, y siempre que pudieron volvieron a la carga para hacer valer sus derechos sobre ellos. En 1495 Rodrigo Borgia, que fue después el papa Alejandro VI, a instancias del duque de Milán Ludovico el Moro, pidió al arzobispo de Colonia la restitución de las reliquias; pero el sucesor de Reinaldo se negó. Tampoco tuvieron éxito en sus gestiones Pío IV, que era milanés, Gregorio XIII y el rey de España Felipe II que a la sazón dominaba el Milanesado. Finalmente en la frontera del siglo XIX y el XX, triunfó la habilidad diplomática del Cardenal Ferrari, arzobispo de Milán, que obtuvo la restitución de una tibia, un húmero y un esternón, vaya a saber el lector a cual de los Reyes pertenecieron tan "huesudas reliquias". Estos tres huesos hicieron el viaje en tren, vía Basilea-Lucerna-Como; a su llegada fueron transportados con gran solemnidad a San Eustorgio, y colocados en el antiguo sarcófago.
Sin embargo la parte principal de las reliquias de los magos se encuentra en la catedral gótica de Colonia, donde también han pasado por momentos difíciles que provoca la historia. Debemos recordar que Colonia sufrió los bombardeos de los aliados en un intento por acabar con la Alemania nazi. Los mandos militares aliados fueron muy precisos para con sus pilotos de bombarderos en cuanto a advertirles que por ningún motivo arrojaran bombas contra la Catedral de Colonia, aún así, por un descuido 14 bombas hicieron impacto en ella, perforando algunas bóvedas. Cuando finalmente los estadounidense ingresaron en Colonia el 6 de marzo de 1945, vieron que en la catedral el altar mayor había desaparecido y aunque parte de la construcción estaba intacta, todas las reliquias habían desaparecido, entre ellas las de Santa Ursula, así como los Reyes Magos. Nuevamente los Santos Reyes Magos habían sido extraídos de la catedral, en esta ocasión para resguardarlos de los bombardeos y demás consecuencias de la guerra. Por fortuna, un par de meses mas tarde se supo que las reliquias habían sido encontradas accidentalmente por un joven oficial de Oklahoma cuando exploraba una mina de cobre abandonada, cerca de Siegen en Vestfalia.
Referencias.
1. "Aventuras en las cinco partes de mundo", Gutierre Tibón. Editorial Diana. México 1986. Págs. 127-131.
Jesus Gerardo Rodríguez Flores.
Sociedad Astronómica de la Laguna.
Gómez Palacio, Durango. México.
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MegaCosmos
http://www.astrored.net/megacosmos